Como nunca, lo que se vio el 10 de agosto a un representante boliviano acaparando la atención de millones de bolivianos alrededor del mundo. A mucha gente no le importó el puesto de Garibay porque ni el fútbol puso tanta emoción por media hora. Obvio, hubo y sigue existiendo gente que lo alabó y lo criticó. Los comerciantes aparecieron, los expertos en nada también. Lo que ha pasado en París solamente lo saben los que estuvieron allá para evaluar la actuación de Garibay. Hasta el momento hay mucha especulación. Hay gente que se viene colgando tanto criticando como alabando. Un día son cariñosos en otro día son hipócritas. Cómo pueden periodistas publicar y opinar sobre Garibay si nunca han hecho atletismo. Con alguna excepción, no hubo prensa constructiva porque algunos buscaron quitarle el protagonismo al atleta colgándose de la ocasión. Es más, Garibay no quiso hablar con los que quisieron entrevistarle para saber las verdades. La misma gente se ilusionó entre ellos copiando, robando, plagiando imágenes en las redes para inflar la expectativa en los primeros tramos de la maratón y después a pesar del puesto 60. Guste o no guste, que puede ser producto del mercadeo, Garibay llegó a ser para muchos una figura popular y un deportista que llamó y sigue llamando atención. Cometió errores como casi todos los bolivianos.
