LA PAZ, 12 Jun (NÓMADA NEWS) Por Ernesto Murillo. – En el día desbloquean y en la noche bloquean. Los primeros realizan la trabajosa tarea de remover escombros, quitar las piedras del camino y mirar de soslayo, porque pueden ser sorprendidos por los bloqueadores, quienes duermen mientras los otros trabajan y despiertan en la noche para volver a bloquear, ya que conocen mejor el medio, el clima y tienen la ventaja de la sorpresa.
¿Qué pasó con Penélope cuando Ulises se fue a la Guerra de Troya? Tejía durante el día y destejía a la noche un sudario funerario, supuestamente para su suegro Laertes. Así mantenía a raya a sus pretendientes; éstos aspiraban a ocupar el trono de Ulises, pero Penélope no quiere volver a casarse. No sabe si Ulises continúa con vida y, al mismo tiempo, tiene miedo de que algunos de sus pretendientes inicien la guerra civil.
El presidente Luis Arce dista de ser Penélope porque no espera a nadie y no se sabe si entre sus habilidades está el tejer. Ninguno de los pretendientes a la silla presidencial quisiera estar en sus zapatos (salvo uno), por tanto, nadie le enamora y solo quiere cantar al tiempo, para que llegue pronto el día que entregue la papa caliente de la silla presidencial.
Los que bloquean a nombre del que ambiciona el poder una vez más, no miden consecuencias, ven a todos con cara de enemigos, sean choferes, viajeros, médicos o periodistas. Amenazan y enarbolan la bandera del hambre, la falta de dólares, el encarecimiento de los productos; al final de sus peticiones declaran: deben habilitar en las elecciones a nuestro “jefazo”.
El hombre que manda en el Chapare, un territorio con más o menos 300 mil habitantes, quiere decidir por los 12 millones restantes y ha convertido su reducto en un fortín rodeado por carreteras asfaltadas, aeropuerto, estadios y con luz verde a la producción de la coca. Envió a sus seguidores a los puntos de bloqueo y anunció que “ésta es la semana decisiva” y se juega al todo o nada. Denomina a esta situación como la batalla decisiva ¿contra quién?
Arce quiere retirarse invicto de la contienda, sin un solo muerto en su gestión y ese es un punto favorable para él. Su labor disuasiva para evitar los bloqueos no tuvo efecto; envió a la Policía y no logró su cometido; sumó efectivos militares con relativo éxito, mientras el ambiente enrarecido de la violencia empieza a preocupar, porque los bloqueadores han conseguido algunas armas letales y lo sucedido en Llallagua es un ejemplo de ello.
Lo que no se cuenta en la Odisea es el papel del pueblo. En nuestro relato sí. El hombre común, el ciudadano de a pie quiere estar tranquilo y llevar el sustento diario a la familia. Tiene que hacer cola para comprar aceite, carne, arroz, frutas y, cuando quiere pagar, se encuentra con una terrible realidad: no le alcanza el dinero; se identifica con las protestas de los bloqueadores, pero no con la ambición del hombre que quiere volver al poder, por eso abucheó a sus seguidores en La Paz.
La llamada oposición se dio cuenta que en este ambiente de convulsión erró en sus decisiones por falta de línea definida, frenó desde la Asamblea los préstamos pedidos por Arce y ahora que las papas queman se apresura en autorizarlos, porque sabe que el remedio que se anuncia desde el Chapare es peor que la enfermedad.
El envalentonado bloqueador sigue en su tarea y asume la condición de víctima a la hora de reclamar por sus derechos de la protesta. El presidente Arce la espetó: ¿A cuánta gente quiere hoy sacrificar para sus intereses personales?
Los que sufren de asfixia gradual (el verdadero pueblo) empiezan a desesperarse; los comerciantes temen los saqueos de sus productos, no aparece la voz sensata que frene esta situación irracional de bloqueo y desbloqueo, que parece llevar a una lucha sin vencedores y con miles de vencidos.